Escena 1
Recapitulemos. ¿Cómo iban a dar caza a los malhechores nuestros amigos? ¿Funcionaría o no funcionaría el olfato de Abou? Claro que sí, allí estaban, delante de una enorme fábrica que se perfilaba como el punto final de su aventura. Pero… ¿cómo entrar?
CÉSAR: No hay manera de entrar sin ser descubiertos.
ABOU: No hay manera de estudiar sin ser unos perros.
CÉSAR: Pues sí, algo de razón tienes…
SERGIO: ¿Y si nos disfrazamos?
CÉSAR: ¿De qué?
SERGIO: No sé… de… ¿repartidor de pizzas?
CÉSAR: ¿Acaso la habrán pedido?
RUBÉN: No pero… serviría de coladero para hacerse el despistado y largarse…
CÉSAR: Claro, cómo no nos vieron el otro día…
RUBÉN: Claro.
CÉSAR: ¡Que nos vieron hombre! ¡No podrá servir de tapadera!
ABOU: ¡No podrá hervir la fregadera!
JUDITH: ¡No!
ABOU: ¡No!
JUDITH: Ahora sí.
Escena 2
Sí, había pasado media hora y las canas en la cabeza de Rubén empezaban a saludar. Quizás la idea de entrar no era demasiado buena, pero la decisión de llamar al timbre estaba ahí. Pero en fin, no podían hacer nada sin el supuesto disfraz.
SERGIO: (al teléfono) ¿Raúl?
RAÚL: ¿Sí?
SERGIO: Soy Sergio… escucha… ¿qué me podrías conseguir un disfraz de pizzero?
RAÚL: ¿Para qué?
SERGIO: Queremos infiltrarnos en la fábrica secreta de
RAÚL: ¿No tenéis otro pasatiempo?
SERGIO: Que va, César acabo todos los Sudokus hace un par de horas.
RAÚL: En fin… veré qué puedo hacer. ¿Dónde estais?
Sí, ese era el plan. Esperar a Raúl. De mientras… podrían seguir esperando y observando esa enorme fábrica, que parecía abandonada y sin señales de vida. A alguno se le pasó por la mente si Abou les había llevado al sitio correcto o no…
RAÚL: Aquí tengo los disfraces.
MARTA: ¿Pero… cuántos traes?
RAÚL: Una docena jeje. Coged los que queráis.
CÉSAR: El de Cenicienta se lo va a poner Sergio, pero yo no.
SERGIO: Ni hablar.
CÉSAR: A ver… Blancanieves no… Forrest Gump no… el de gigoló tampoco…
MARTA: ¿Pero elige uno no?
CÉSAR: ¿Quieres tú este de mofeta?
MARTA: ¡No!
CÉSAR: Pues eso.
JUDITH: Yo me quedo el de monja.
MARTA: Y yo el otro que hay.
CÉSAR: Pues sólo quedan estos tres…
RUBÉN: Sean los que sean, nos ponemos esos. Los que has sacado hasta ahora ni hablar. Antes me pego un tiro.
SERGIO: Entonces, ¿te lo pegas o vamos de los tres cerditos?
RUBÉN: Ouch.
SERGIO: A ver, con uno sólo que se disfrace para pasar por el telefonillo ya está.
CÉSAR: ¡Yo mismo! ¡Cogeré el de monja!
Escena 3
César se disponía a ser el héroe del grupo pero tenía más miedo que Winnie the Pooh en una película de Hitchcock. Ahí va:
VOZ: ¿Sí?
CÉSAR: Soy yo… (con voz ronca e imitando una viejecita)
VOZ: ¿Yo quién?
CÉSAR: ¿Cómo que yo quién? ¡Yo!
VOZ: ¿Quién eres?
CÉSAR: Soy una pobre madre superiora de
VOZ: Sí claro, y yo soy Félix el Gato.
CÉSAR: ¿En serio? He visto todas tus películas…
VOZ: ¿Qué? No sí será una monja y todo. ¿Cómo te llamas?
CÉSAR: Esto… Rigoberta II
VOZ: ¿Segunda? Pensaba que las siglas sólo eran para el Papa.
CÉSAR: Ah sí pero yo soy su fiel ayudante.
VOZ: ¿Y qué haces aquí?
CÉSAR: Me he perdido y busco cobijo…
VOZ: Pero, ¿Qué hacías aquí, en Madrid y no en Roma?
CÉSAR: Hombre chico de misión humanitaria…
VOZ: Bueno la abro, pero una cosa… ¿usted cree que podría arreglar lo mío?
CÉSAR: ¿A su voz de ardilla se refiere?
VOZ: No… a mi pase al cielo
CÉSAR: Si me da cobijo se lo aseguro.
VOZ: De acuerdo.
Escena 4
La puerta se abrió y apareció Carlos, la voz del interfono. César agacho la cabeza y se escondió debajo de su capucha.
CARLOS: Hola señora.
CÉSAR: Bésame la mano.
ABOU: (detrás del muro) Marrano.
JUDITH: (a Abou) Cállate.
CARLOS: Por supuesto señora. ¿Podemos hablar de mis pecados?
CÉSAR: Te los perdonaré todos.
CARLOS: ¿Pero puede usted hacer eso?
CÉSAR: Sí, por orden expresa del Papa de Roma.
CARLOS: Pues ahí va.
CÉSAR: Venga dale.
CARLOS: ¿Qué?
CÉSAR: Ay, diga joven diga…
CARLOS: Pues verá, tengo pensamientos impuros… con… con la secretaria.
CÉSAR: Perdonado.
CARLOS: Es que… está casada y…
CÉSAR: Perdonado.
CARLOS: Voy de caza y mato animales.
CÉSAR: Perdonado.
CARLOS: Soy del Madrid…
CÉSAR: Perdonado.
CARLOS: En ocasiones veo muertos…
CÉSAR: ¿Perdón? Bueno, perdonado. ¿Qué más?
CARLOS: Estoy enamorado.
CÉSAR: Perdonado. Bueno, qué digo, eso no es malo.
CARLOS: Es que es de un hombre.
CÉSAR: ¿Y qué?
CARLOS: Que la religión no lo ve bien…y Rajoy tampoco y claro…
CÉSAR: Yo le perdono.
CARLOS: Es que además…
CÉSAR: ¿Qué?
CARLOS: Se lo llevó mi jefe…
CÉSAR: ¿A quién?
CARLOS: Al joven argentino del que me enamoré.
CÉSAR: Sigue contando…
CARLOS: Lo tenía encerrado en el centro comercial que explotó…
CÉSAR: ¿Qué centro? Cuéntemelo des de el principio.
CARLOS: Verá, todo empezó en un avión. Vi a ese joven y me enamoré de él. Luego le seguí a su casa y cómo no me hacía caso lo rapté junto con toda su familia.
CÉSAR: Este perdón va a costar…
CARLOS: Bueno pues no me hacía caso porque no era gay. Entonces, no les hemos hecho nada eh. En el piso encontraron sangre pero fue un señuelo falso que dejamos. Y los destrozos para que pareciera un robo…
CÉSAR: Ya veo…
CARLOS:
CÉSAR: Luego les trajimos a todos al centro comercial, hasta que explotó.
CÉSAR: ¿Y qué fue de ellos?
CARLOS: ¿Te vale que te lo cuente en la siguiente escena?
CÉSAR: De acuerdo.
Escena 5
CÉSAR: ¿Y el cambio porque?
CARLOS: Es para dejarles con algo más de intriga a los lectores jeje
CÉSAR: Ay que ver… estos terroristas qué humor tienen.
CARLOS: ¿Terroristas?
CÉSAR: No, no, dije trabajadores.
CARLOS: No se parecen en nada las palabras.
CÉSAR: Sigue contando o te irás al infierno.
CARLOS: Bueno pues, en el almacén les amarramos bien para que no llamaran a nadie.
CÉSAR: ¿Y no les podían quitar los móviles para eso?
CARLOS: Sí pero somos cazurros, no lo pensamos.
CÉSAR: A ver, hambre no pasaban, les íbamos dando de todo… Después de un tiempo que ya Mape se enteró de que estaban allí, decidimos explotar el almacén.
CÉSAR: ¿Para qué?
CARLOS: Así se pensarían que habrían muerto todos allí.
CÉSAR: Pero si nadie sabía que estaban.
CARLOS: Ahora que lo dices… Bueno, el caso es que los tengo aquí encerrados. Mape se largó a Brasil dejándome a mí todo el marrón.
CÉSAR: Pues para librarte de todo pecado debes soltarlos.
CARLOS: Ni pensarlo.
CÉSAR: Sí, sí… (se le empezó a caer el traje)
CARLOS: Pero tú… ¡No eres una hermana!
CÉSAR: ¿Qué dices hijo mío? (al darse cuenta de que se le caía el traje) Ay madre…
Carlos se abalanzó sobre César y empezaron una pelea. En éstas, el teléfono de César echaba humo con llamadas de Raúl, que estaba fuera con todos. Al no responder, Raúl llamó a la policía, que vino de inmediato.
Escena 6
POLICÍA: ¿Qué está ocurriendo aquí?
RAÚL: Creemos que dentro hay una pelea. Ahí tienen al argentino desaparecido y a su familia. Corran, hagan algo.
POLICÍA: Chicos, abajo la puerta.
CUERPO: Señor, sí señor.
La policía derribo la puerta y se desplazaron al lugar de la pelea.
CARLOS: (a César) Para ya de córrer.
CÉSAR: Si claro, para que me pegues.
CARLOS: Tienes suerte que pese 95 kilos.
CÉSAR: Estoy de acuerdo.
POLICÍA: ¿Qué hacéis?
CÉSAR: ¡Ayuda!
Una vez reducido Carlos, todos pusieron pies en dirección al interior de la fábrica, en busca por fin de la familia de Devo y de éste, claro.
Escena 7
Final feliz. Devo estaba vivo, junto con toda su familia. Pasado ese intenso día, se reunieron todos en el Bar de Manolo para hablar lo sucedido. La familia de Devo contó todo lo que les había pasado. Las cotillas, Alfreda y Rigoberta, no se perdieron ni un solo detalle de cada palabra.
DEVO: ¿Y el morenito quién es?
MARTA: Ya lo conocerás… pero antes a mí…
Llegó al Bar de Manolo la prima de Devo, que pegó un fuerte abrazo a todos. Ella había llegado un día después a San Francisco y fue la que puso los carteles de Se Busca a su familia.
Rubén y Sergio vivían la mala situación económica de sus padres en casa de sus tíos. Las cosas parecían ir mejor. Además, tanto su padre como su madre habían encontrado un nuevo trabajo y se esperaba que en un tiempo pudieran recuperar su casa.
Willy se fue a Cuba. Sí, se ve que le cogió la vena y quiso ir a buscar mujer allí. Según le habían contado las mujeres cubanas tenían un atractivo especial y cogió el primer avión que pudo. Antes, se despidió de todos.
Karina, hija de Mape, iba a formar parte de la clase. La escuela estaba a punto de empezar y se suponía que su padre volvería algún día…
Judith y Abou siguieron viviendo en casa de la primera, que recordemos que se había independizado.
Por último, los chinos chungos fueron vistos por última vez robando en
SERGIO: Entonces Devo, ¿firmas para el equipo de fútbol?
Todas las aventuras tienen un final feliz, pero esta además de tenerlo tiene continuación, así que, Vity, Pol y Devo se tomaran un descanso, y muy pronto volverán con la segunda entrega de los jóvenes más aventureros y raros de todo Madrid
Continuará………………